
Los cementerios siempre han sido tema de discusión en todos
los países del mundo y sus distintas culturas, muchos lo consideran un lugar
sagrado de descanso, otros lo consideran simplemente el destino final de
nuestro cuerpo después del paso por esta vida, hay tantas interrogantes acerca
de la vida y sobre todo de estos lugares, que me he decidido a mostrarles que
los cementerios no son solo muerte y pena, son mucho más que eso y hoy los
invito atraves de estas líneas a que recorran conmigo el campo santo siendo
observado de un punto de vista distinto al común que solo ve tristeza por la pérdida
de un ser querido, aquí comienza nuestro viaje por el campo santo.
Era un caluroso medio día en Santiago y llegando a la
estación de metro “cementerios” emprendí mi caminata hacia uno de mis lugares
favoritos en el mundo, el sin fin de escaleras para salir de aquella estación
es un reto para cualquiera que no desee terminar con la lengua afuera,
terminado mi recorrido por los interminables escalones, el sol golpeo
fuertemente mi cara dejándome algo cegado por unos segundos, siguiendo mi
camino ya dentro del cementerio, mis pies avanzan sin un rumbo alguno dándome así
la libertad y tranquilidad de perderme por esa calles antiguas que han visto
pasar a centenares de personas que ya han partido de este mundo y sus familiares sumidos en pena, como también
han visto familias felices porque sus seres amados han dejado ya de sufrir y
están un descanso eterno, perdido entre
decenas de pequeños mausoleos una figura distante atrae mi atención, eran un
par de leones que cuidaban la entrada de un antiguo mausoleo que dejaba ver los
estragos del tiempo en él, la serenidad
en el rostro del inanimado animal es contagiosa, posee una paz en su semblante,
me senté junto a él y lo observe por largos minutos, apreciando cada detalle
que pudiese encontrar, su color negruzco no generaba rechazo, al contrario era
muy agradable a la vista ya que combinaba perfectamente con el entorno, junto a él su gemelo en el otro lado
de pórtico miraba silencioso su alrededor a la espera de que su dueño volviese
a la vida, ese primer encuentro dejo una serenidad en mi corazón que hasta hoy
no puedo quitarme.
Guiado por mi instinto decidí caminar por estrechos pasajes,
impregnándome de esa paz y silencio que me rondaba desde hace ya un rato, a lo
lejos se podían oír algunos niños riéndose de vez en cuando, alguna llave
abierta dejando salir agua a borbotones, observo todo a mi alrededor, cada cosa
que veo me parece fascinante, leo fechas de nacimientos, muertes, frases como
amado esposo, devoto abuelo, madre luchadora y me pregunto cómo serian esas
personas durante su vida y con sus familias, muchas fotos desgastadas por el
sol miran en silencio mi caminar, pero no siento miedo, me siento más
acompañado que nunca y eso alegra mi caminar, me tope con un cruce muy amplio y
frente a mí se erguía una pequeña estatua que observaba mi cara de curiosidad, tenía
que mirarla de cerca sentir su esencia, su textura, me preguntaba cuantas cosas
habría de ver a lo largo de los años y creo que esa será una pregunta sin
respuesta para mi, un detalle que me llamo mucho la atención y que no pude dejar de fotografiar, fue su
rostro con una calidad de detalle impresionante, sus ojos parecían tener vida y
lograbas saber que te estaba viendo, de sus ojos habían rastros de que había
caído agua pero de manera constante, dejando un efecto que a simple vista da la
impresión de que aquella estatua había llorado u lloraba con frecuencia. ¿Llorara
por el mundo? ¿Llorara por aquellos que han ya partido? Nuevamente preguntas
sin respuestas, nos observamos sin pestañar como si de un concurso de niños se
tratase, obviamente perdí pero sentí que había ganado un amigo de todas
formas, espero logren sentir lo mismo
que yo con su mirada.
Siguiendo mi camino saludo a los cuidadores de aquel campo santo que están día y noche velando por el descanso eterno de los que ya han partido, mis pasos me llevan por una callejuela que es colindada por una arboleda de araucarias milenarias, me entregan sombra para este pesado sol pero también caminan junto a mi sin rumbo aparente, la escena cambia y se llena de verde, pasto y grandes plantas adornan ahora los caminos, dándole vida a un lugar considerado solo para la muerte, curioso no, a mi derecha un macizo gigante de piedra y mármol me observa, un panteón muy grande con una cruz muy antigua en lo más alto, no pude evitar sentirme atraído por tal magnifica construcción, me perdí entre sus pilares, rodeándolos uno a uno tratando de imaginar cómo serian aquellas construcciones en el pasado, recorrí cada pasillo de macizo y el tiempo había hecho lo suyo con las paredes y algunos sepulcros, aquel lugar tenía una energía muy particular que a muchos inquietaba, muy recomendando para quien desee probar cambios energéticos grandes y desee probarse a sí mismo en muchos sentidos, sin duda una perfecta recreación de una antigua construcción que se mantiene en pie luego de años de terremotos y cambios climáticos grandes, un macizo silencioso que seguirá observando el paso del tiempo quizá de una manera indefinida.
Los mausoleos son algo fríos por la falta de color, pero en
compensación existe el patio 49 y sus alrededores, también conocido como el
patio de los pobres, en esta locación está enterrado Víctor Jara quien fuera
asesinado durante la dictadura en chile hace ya bastantes años, a pesar de que
eran simples hoyos en la tierra y estaban muy descuidados la gran mayoría, le
daba algo de colorido y viveza al entorno, con un cielo abierto sobre mi y
grandes extensiones de terreno solo con galerías donde guardaba la gente a sus
muertos, cientos de cruces oxidadas por las lluvias el sol y el inevitable paso
de tiempo contemplaban el centenar de personas que caminaban por ahí a diario,
decenas de familias numerosas que venían de visita para un reencuentro familiar
con su ser querido, muchos comiendo entre risas como si aquella persona nunca
se hubiese ido e incluso estuviese sentado junto con ellos, es algo lindo y
agradable de presenciar, me hace reflexionar que la muerte es subjetiva y todo
depende de cómo se vea, puede que sea buena, como puede que sea mala y todo eso
depende simplemente de cómo interpretemos este proceso natural que a todos nos
llegara algún día, sentado sobre una pequeña banca observo mi entorno y me
camuflo con él, gente pasa sin percatarse de mi presencia, es como si
simplemente hubiese desaparecido del lugar y fuese una pieza más de la
decoración natural, el mirar detenidamente las cosas siempre ha sido un gran
don para mi, el colorido vivo que le dan a los lugares de descanso es
simplemente hermoso y se entremezcla perfectamente con el entorno, cintas de
regalo, remolinos de todos los colores, juguetes, lonas para cubrir de sol el
sepulcro, gente vendiendo pequeños recuerdos para dejarles a los ya fallecidos
en su lugar de descanso, sentado largo tiempo encontré una paz muy especial,
logre sentirme parte de este mundo, no interfiriendo, si no simplemente
entregándome a la naturaleza y ella me acogió muy bien.
Es increíble como el tiempo vuela cuando te deja de importar
todo y decides perderte en el tiempo atraves de antiguas calles y
construcciones, literalmente arquitectura de la vida eterna mezclada con arte y
todo en un mismo lugar que los invito a descubrir, caminando nuevamente sin
rumbo fijo y la tarde ya acercándose a paso lento me encuentro en la calle
bello que circunda con calle hermanas y justo tras el letrero que indica dichas
calles, me hallo derechamente con una escena de película, la luz era más tenue
que a medio día y creaba maravillosos efectos pasando a través de las ramas y
creando sombras que se reflejaban en aquella construcción, un mausoleo
familiar, como la palabra lo dice es una construcción pensada para una familia
y sus descendientes asegurando así un lugar de descanso para cada miembro del
clan, extrañamente a la derecha de aquella construcción un erguido naranjo con
alguno de sus frutos aun colgando de él, es un espectador silencioso pero que a
la vez vive en un lugar considerado solo para la muerte, me siento en una
delgada línea entre los 2 eternos rivales de la vida, uno crea y el otro
termina la creación principal, al final es todo parte de una misma cadena,
aquella escena apretó mi corazón quedando grabada en mi mente.
Cada detalle cuenta en esta vida, paseando por calles más
antiguas aun, algo notoriamente extraño
pero muy adecuado para el lugar se planta frente a mí, una réplica de iglesia
francesa con un estilo gótico muy hermoso, con vitrales de colores en sus
ventanas, cercada con una reja muy de la época también que me impide acércame
para observar más de cerca, gracias a todo tengo mi negra y su tele-objetivo
que me permite tener vistas de primeros planos y detalles, sobre lo alto de la
pequeña iglesia se alzan criaturas con túnicas que a mi parecer son guardianes
y no la muerte, junto a ellos gárgolas observan las 4 esquinas de la pequeña
replica y nuevamente la vida me sorprende, en el lugar menos pensado, un panal
de abejas estaba comenzando su crecimiento dentro de la boca de una de las
gárgolas, no podía dejar de fotografiarlo para tener un recuerdo de que la vida es extraña pero también muy
sabia.
El día avanzo de una manera increíblemente rápida y no
comprendo como ya comienza a caer sobre mí el ocaso, los colores cambian a mi
alrededor y pasamos del clásico gris a un negruzco rodeado de sombras el cielo
comienza a tornarse anaranjado con toques violeta y no como fotógrafo no puedo
resistir a mis impulsos de fotografiar aquella escena y decidí esperar unos
minutos para obtener la tomar que haría mi día perfecto, pasada ya una hora y
casi muy cerca del anochecer llego la escena perfecta y logre atraparla con la
negra, se las dejo para que puedan observarla.
Resumen de nuestro viaje
Como resumen de esta pequeña experiencia, deseo demostrar que los cementerios no son
siempre una puerta hacia la muerte, como pudimos observar a lo largo del día,
el campo santo está lleno de vida tanto en la naturaleza como en sus habitantes
y visitantes que le dan un aire distinto a este lugar, no todo es gris y tan
solo basta con mirar un poco más detenidamente para encontrar esos pequeños
lugares con mas vida que en cualquier otro sitio, esta pequeña aventura fue
realizara en el cementerio general de Santiago de chile, un lugar mágico lleno
de arquitectura hermosa y muchas esculturas que son una verdadera obra de arte
que no pueden dejar de visitar si vienen a Santiago, solo les tomara un par de
horas y además tendrán un día de reflexión y mucha paz, por muy extraño que
suene, el lugar tiene un silencio muy especial a pesar de estar situado junto a
una de las avenidas más concurridas de centro de Santiago y donde se encuentra
el mercado de flores por donde transitan cientos si no miles de personas a diario,
los invito a disfrutar de una paseo que los llevara a reflexionar sobre la vida
y por sobre todo les entregara una paz que muchos deseamos que montones de
veces no logramos encontrar ni sabemos dónde buscarla, este lugar es uno de
esos rincones de Santiago donde puedes perderte y encontraras más que
respuestas y maravillosos recuerdos, encontraras paz y eso no lo encuentras en
todas partes, me despido con un abrazo muy apretado desde Santiago.
Como llegar:
Para llegar al cementerio general, basta con tomar el metro
en cualquier parte de Santiago y llegar a la estación los héroes y combinar
hacia línea 2 en dirección Vespucio norte, la estación del cementerio lleva el
mismo nombre “cementerios” lleven agua y algo para comer, es un paseo que valdrá
mucho la pena.
con esto me despido y agradezco que hayan dedicado un poco de su tiempo a leerme un abrazo a todos y recuerden, les estoy
preparando ya el siguiente artículo que será relacionado con un viaje a
pichilemu acá en chile, hablaremos de muchas cosas y daremos tips para quienes
deseen ir también.
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